viernes, 21 de febrero de 2014

Aprendiendo

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar 
un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa 
seguridad, y uno empieza a aprender... 
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus 
derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en 
el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen 
una forma de caerse en la mitad. 
Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así 
que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le 
traiga flores. 
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno 
realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende. 
Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que 
tarde o temprano querrás volver a tu pasado. 
Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender 
cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas. 
Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu 
soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla. 
Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por 
ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas. 
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir 
lastimando a quien heriste, durante toda la vida. 
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas 
grandes. 
Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la 
amistad jamás volverá a ser igual. 
Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por 
aquellos que dejaste ir. 
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible. 
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o 
temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado. 
Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del 
mañana es demasiado incierto para hacer planes. 
Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al 
final no sean como esperabas. 
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento 
que estabas viviendo justo en ese instante. 
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás terriblemente 
a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado. 
Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que 
extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene 
ningún sentido. 
Pero desafortunadamente, solo con el tiempo... 

jueves, 13 de febrero de 2014

¿Que cuantos años tengo?

Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo...

¡Qué importa éso!

Tengo la edad que quiero y siento. La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.

Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.

¡Qué importa cuántos años tengo! No quiero pensar en ello.

Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo.

Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.

Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.

Ahora no tienen porqué decir: Eres muy joven... no lo lograrás.

Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza.

Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.

Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa.

¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas...

Valen mucho más que eso.

¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!

Lo que importa es la edad que siento.

Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.

Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.

¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!

Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento